sábado, 8 de junio de 2013

Anatomía Virtual .

INTRODUCCION
El sistema locomotor es el conjunto de huesos, articulaciones y músculos esqueléticos que actuando en conjunto permiten el movimiento del cuerpo. Para su estudio al sistema locomotor lo vamos a dividir en: Osteología, Artrología y Miología. Que corresponden a estudio de los huesos, articulaciones y músculos respectivamente..

ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DEL SISTEMA ÓSEO.

DEFINICION
El esqueleto corresponde al conjunto de huesos que se aproximan entre sí, formando unidades denominadas articulaciones. La rama de la anatomía que estudia la estructura de los huesos es la osteología. Los huesos son órganos vivos, duros y poseen una resistencia a la tensión similar a la del hierro, pero son tres veces más ligeros y diez veces más flexibles.
Los huesos son el principal componente del esqueleto adulto por lo que posibilita la acción mecánica de la musculatura, protegen órganos vitales y albergan la médula ósea hematopoyética. El hueso sirve además de reservorio de calcio, fósforo y otros iones. Aportan superficies articulares que participan junto a estructuras de refuerzo para formar las articulaciones. Los huesos en el ser vivo están rodeados de una membrana denominada periostio a la cual llegan vasos y nervios.
El periostio es una membrana fibroelástica que rodea la superficie externa de los huesos, con exclusión de las partes revestidas por cartilago articular y lugares en los que se insertan tendones y ligamentos. Se encuentra ricamente vascularizados e inervados. El periostio posee una capa externa fibrosa de tejido conectivo muy vascularizada y una interna osteogénica con osteoblastos que permiten la reparación y crecimiento de los huesos.

ESTRUCTURA
Los huesos del esqueleto presentan formas y tamaños diferentes pero poseen una estructura común: Una corteza de sustancia compacta (80% del volumen total de hueso) que por su superficie interna se halla en continuidad con la sustancia esponjosa o trabecular (20% del volumen total de hueso). 
La sustancia ósea compacta está formado por láminas óseas concéntricas, dispuestas apretadamente y agrupadas formando estructuras cilíndricas llamadas osteonas o sistemas de Havers. Las laminillas están dispuestas alrededor de canales que contienen nervios y vasos sanguíneos linfáticos, estos canales se conocen con el nombre de conductos de la osteona o de Havers. Existen además conductos transversales que conectan con los de las osteonas con el periostio. Los osteocitos, células propias del hueso, están dispuestos en anillos concéntricos dentro de las laminillas, los restos de laminillas que no se disponen alrededor de los conductos de las osteonas forman sistemas intersticiales situados entre los osteonas. La sustancia ósea esponjosa está formado por láminas óseas o trabéculas que se entrecruzan formando redes complejas, que dejan entre ellas espacios amplios, estas cavidades en el hueso vivo están ocupadas por medula ósea. El tejido esponjoso proporciona al hueso ligereza.
La sustancia compacta predomina en el esqueleto apendicular y es adecuado para resistir la flexión, la torsión y el cizallamiento. La sustancia esponjosa se halla constituida por un entramado de tabiques que se orientan de forma paralela a las líneas de fuerza. Predomina en el esqueleto axial y es adecuado para resistir las fuerzas de compresión y tensión que se generan en esta región y distribuir las fuerzas.
MATRIZ ÓSEA
El tejido óseo se componen de una matriz extracelular de tejido conectivo mineralizado y células que son osteoblastos, osteocitos, y osteoclastos.
Más de un 99% en volumen de la matriz ósea se halla mineralizada (hueso cortical: 99,9%; hueso esponjoso: 99,2%) por lo que posee un componente orgánico y otro inorgánico. El componente orgánico se halla integrado por colágeno tipo I (85-90%) y una pequeña proporción de otras proteínas (10-15%): proteoglicanos (biglicano, decorina), proteínas implicadas en la adhesión celular (trombospondina, osteonectina, sialoproteína ósea), osteocalcina y factores de crecimiento. En el hueso maduro las fibras colágenas se disponen en láminas paralelas (hueso laminar) pero en cada lámina las fibras forman un ángulo agudo con respecto a las de las láminas contiguas. El componente inorgánico de la matriz ósea está constituido en su mayor parte por fosfato cálcico en forma de cristales de hidroxiapatita.
OSTEOBLASTOS
Forman parte de este linaje los preosteoblastos, los osteoblastos y los osteocitos. Los preosteoblastos son células de aspecto fibroblástico cercanas a las superficies óseas pero separadas de estas por otros tipos celulares (células del endostio, osteoblastos). Los osteoblastos son células de forma cúbica, citoplasma basófilo y ricas en una isoenzima específica de la fosfatasa alcalina. Derivan de los preosteoblastos y suelen considerarse células con diferenciación terminal y por tanto incapaces de dividirse, no obstante existen datos que sugieren que, al menos en parte, conservan la capacidad de proliferar. Los osteoblastos se hallan en contacto directo con las superficies óseas formando grupos compactos de una sola capa de espesor.

 
Los osteoblastos sintetizan el componente orgánico de la matriz ósea (colágeno tipo I, proteoglicanos, proteínas implicadas en la adhesión celular, osteocalcina y factores de crecimiento) y controlan el depósito de las sales minerales. Tanto in vivo como in vitro los osteoblastos pasan sucesivamente por tres estadios funcionales: a) proliferación celular y síntesis de los componente orgánicos de la matriz ósea, b) maduración de la matriz ósea (cambios en la composición y organización de la matriz que la hacen competente para ser mineralizada) y c) depósito de mineral.
Los osteoblastos pueden permanecer en la superficies óseas o quedar rodeados por la matriz que sintetizan. Cuando los osteoblastos que han permanecido en la superficie finalizan la síntesis de matriz, se aplanan y se convierten en células de revestimiento (células del endostio o "lining cells"). Estas células a través de la producción de factores locales (Interleucina-6, Interleucina-11) parecen desarrollar un importante papel en el control del remodelado óseo.
OSTEOCITOS

Las osteoblastos que quedan en el espesor de la matriz adquieren aspecto estrellado y pasan a denominarse osteocitos. Estas células se hallan en contacto entre sí y con las de la células de la superficie (células de revestimiento, osteoblastos) mediante finas prolongaciones tubulares de su citoplasma que recorren la matriz ósea en diversas direcciones. La cavidad de la matriz ósea que contiene el cuerpo celular del osteocito se denomina laguna osteocitaria y los diminutos canalículos que albergan sus prolongaciones citoplásmicas reciben el nombre de conductos calcóforos. En los puntos de contacto entre las prolongaciones citoplásmicas se observan uniones tipo "gap"(gap junctions). En estas uniones existen pequeños canales intercelulares con un diámetro interno de 1.5 nm. Estos canales permiten el paso directo de una a otra célula de iones inorgánicos y pequeñas moléculas hidrosolubles (aminoácidos, azúcares, nucleótidos y vitaminas) por lo que posibilitan una comunicación química y eléctrica. Los osteocitos son células con una escasa actividad metabólica pero su preservación parece necesaria para que el tejido óseo mantenga sus propiedades biomecánicas. La situación de los osteocitos es teoricamente ideal para detectar el estrés mecánico y las microlesiones de la matriz. Estas células podrían transmitir señales a las células de revestimiento que utilizarían la información recibida para modular localmente el remodelado.
OSTEOCLASTOS
Los osteoclastos son células multinucleadas, de citoplasma acidófilo y ricas en anhidrasa carbónica y fosfatasa ácida resistente al tartrato. Son de mayor tamaño que los osteoblastos y se disponen sobre las superficies óseas de manera aislada o en grupos poco numerosos. Al igual que los osteoblastos son células polarizadas en la que los núcleos se situan en el extremo que se halla más alejado de la superficie ósea sobre la que asientan. Derivan de la célula madre hematopoyética a través de células formadoras de colonias de granulocitos y macrófagos (CFU-GM). Los preosteoclastos son células dotadas de un solo núcleo que se adhieren a las superficies óseas y al fusionarse entre sí dan lugar a los osteoclastos. Los preosteoclastos de la médula ósea pueden dar lugar por fusión a los osteoclastos que remodelan la sustancia esponjoso o pasar a la circulación. Dado que en el hueso cortical no existe médula ósea es probable que los osteoclastos que intervienen en su remodelación procedan de precursores circulantes que hayan emigrado del interior de los capilares sanguineos de las osteonas. Los osteoclastos reabsorben el hueso en dos fases. Primero solubilizan el mineral y luego digieren la matriz orgánica. El mineral se solubiliza acidificando el microambiente creado entre la matriz ósea y la membrana fruncida del osteoclasto. La acidificación (pH=4) se logra bombeando hacia el hueso los iones H+. En el citoplasma de los osteoclastos la anhidrasa carbónica cataliza la reacción entre el Co2 y el h2o dando lugar a CO3H2 que se disocia en CO3H- y H+. El H+ es bombeado activamente hacia la matriz ósea a través de la membrana plegada mediante una bomba de protones dotada de una ATPasa específica. El CO3H- es expulsado fuera de la célula a través de la superficie opuesta donde es intercambiado activamente por CL. El CL- no se acumula en el interior del osteoclasto puesto que es vehiculado hacia la matriz ósea a través de canales específicos situados en la membrana plegada. Una vez eliminado el mineral la matriz orgánica es digerida por colagenasas ácidas y otras enzimas proteolíticas de origen lisosómico. Cuando se ha completado el proceso de reabsorción los osteoclastos mueren por apoptosis.
BIOMECÁNICA
Los huesos responden a las fuerzas aplicadas sobre su superficie siguiendo un patrón característico. La primera fase es elástica y depende de la rigidez del hueso. En esta fase, la deformación es temporal y se mantiene solo durante el tiempo de aplicación de la fuerza tras lo cual, el hueso recupera su forma original. Si la fuerza aumenta, se entra en una fase plástica y el hueso, aunque se recupera parcialmente, queda deformado. Por último cuando la fuerza aplicada es superior a la resistencia del tejido se produce la fractura.
La respuesta de tejido óseo frente a las fuerzas que se aplican sobre su superficie dependerá del tipo de fuerza, del tipo de hueso, así como de la densidad, arquitectura y composición del tejido óseo.
Las fuerzas que pueden actuar sobre el tejido óseo son de tres tipos tensión, compresión y torsión. Además pueden ser aplicadas de forma perpendicular a la superficie ósea (fuerza normal) o de forma oblicua (fuerza de cizallamiento).
Los huesos largos, formados fundamentalmente por tejido óseo compacto o cortical, son elásticos y poco plásticos. En estos huesos, la resistencia será mayor cuando la fuerza se aplica de forma vertical al sentido de la carga. Cuando la fuerza se aplica de forma oblicua la fase plástica se acorta y el hueso se fractura con mas rapidez. En los huesos integrados por tejido óseo esponjoso, la resistencia es mayor cuando la fuerza se aplica a lo largo del eje vertical de las trabéculas vertebrales y también cuando es paralela a los sistemas trabeculares del cuello femoral. Estos huesos, al ser menos densos que los formados por tejido óseo cortical, son menos elásticos y mas plásticos, por lo que pueden presentar deformaciones mayores. Así mientras que en los huesos integrados por tejido esponjoso, las fracturas se producen cuando existen variaciones del 7% de su longitud, en los integrados por tejido compacto, las fracturas se producen con variaciones del 2%.
OSIFICACION
El sistema esquelético se desarrolla a partir de tejido mesenquimático (tejido indeferenciado embrionario) el cuál da origen a elementos fibrosos o cartilaginosos, cada uno de estos elementos sufre cambios hasta llegar a formar hueso, procesos denominados osificación membranosa y endocondral. El proceso de formación de hueso se conoce como osteogenesis en el cuál existen períodos esenciales: preosificación, impregnación cálcica, destrucción ósea y crecimiento óseo.
Osificación endocondral: El elemento inicial es un molde de cartílago, que es destruído y reemplazado por tejido óseo. El molde de cartílago es invadido por grupos celulares que forman centros de osificación ubicados a nivel de la díafisis, epífisis y metáfisis (en el caso de un hueso largo). Este último persiste como lámina cartílaginosa o cartílago epifisiario que permite el crecimiento longitudinal de los huesos. Los centros de osificación destruyen las células de cartílago, formando cavidades que son reemplazadas por células (osteoblastos) que dan origen a las células del hueso (osteocitos) que van depositando sales de calcio y fibras en forma de láminas, a su vez aparecen invasiones de vasos sanguíneos y células hematógenas que dan origen a la médula ósea roja. Ocurre también la formación de la cavidad medular nivel de diáfisis.
Osificación endomembranosa: Este proceso se observa en los huesos del cráneo y cara. En que en el modelo es de tejido conjuntivo membranoso. Los osteoblastos se acumulan en sitios bien vascularizados (A) para formar los puntos de osificación, dos por cada hueso de la calvaria. Entre estas células en diferenciación la matriz se diferencia en espículas que se transforman en trabéculas ordenadas en forma de red (B). A cada lado de las trabéculas se añade hueso nuevo que se calcifica transformado la sustancia espongosa primaria en secundaria. El primordio óseo está rodeado de periostio que contiene osteoblasto que deposita láminas paralelas de hueso perióstico (C y D).
CRECIMIENTO
El crecimiento óseo se inicia en la vida embrionaria y sigue hasta la pubertad. El crecimiento en longitud se efectúa mediante la adición de hueso nuevo a la cara diafisaria de la placa de crecimiento o fisis.
La placa de crecimiento es una estructura con forma de disco que se halla intercalada entre la epífisis y la diáfisis. En la placa de crecimiento se distinguen dos regiones, una central y otra periférica. La región central está constituida por cartílago hialino en el que se distinguen, desde la epífisis a la diáfisis, cuatro zonas: zona germinal, zona proliferativa, zona de cartílago hipertrófico y zona de cartílago calcificado
El crecimiento en espesor del hueso se logra mediante la aposición concéntrica subperióstica de tejido óseo. Las células de la capa mas interna del periostio se diferencian en osteoblastos que depositan hueso directamente sobre la superficie externa de la cortical diafisaria (osificación de tipo intramembranoso). El crecimiento oseo depende de factores genéticos y se halla influido por factores sistémicos (hormonas) y locales. Las hormonas que intervienen en el control del crecimiento óseo se pueden dividir en cuatro grupos:
- Hormonas necesarias para el crecimiento: hormona de crecimiento, hormona tiroidea, insulina.
- Hormonas inhibidoras del crecimiento: cortisol.
- Hormonas activadoras de la maduración: hormonas sexuales
- Vitamina D y Hormona paratiroidea
Los factores locales que pueden influir sobre el crecimiento son de tipo nervioso y de tipo mecánico. Se desconoce el mecanismo por el que el sistema nervioso interviene sobre el crecimiento óseo. Se ha sugerido que podría intervenir de manera indirecta a través del control del flujo sanguineo. El resultado de la acción de las fuerzas mecánicas depende de su intensidad así como de su dirección y sentido. Las fuerzas de compresión paralelas a la dirección del crecimiento disminuyen la actividad de la fisis. Las fuerzas de tracción paralelas a la dirección del crecimiento si son de pequeña intensidad pueden incrementar ligeramente el crecimiento pero si son de gran magnitud pueden causar epifisiolisis ó fusión prematura. Las fuerzas perpendiculares a la dirección del crecimiento producen un efecto deformante que es directamente proporcional a la fuerza aplicada e inversamente proporcional al diámetro del hueso.

MODELADO
En las metáfisis, el crecimiento óseo se asocia a fenómenos de reabsorción en la superficie externa y de formación en la interna, mientras que, en las diáfisis, ocurre lo contrario. Este proceso se denomina modelado óseo y permite que los distintos huesos conserven su forma durante el proceso de crecimiento. Asimismo el modelado óseo es el mecanismo que permite una renovación constante del esqueleto antes de que cese el crecimiento Las alteraciones del modelado pueden causar deformidades óseas.
El modelado esta programado geneticamente pero es probable que existan factores mecánicos de carácter local que pueden influir sobre el mismo. En este sentido existen datos experimentales que sugieren que la tensión que ejerce el manguito perióstico sobre ambos extremos óseos es un factor que contribuye a que aparezcan osteoclastos sobre la superficie externa del cono metafisario.
REMODELADO ÓSEO
En el adulto, cerca de un 8% del tejido óseo es renovado anualmente. Esta cifra es superior en el joven e inferior en el anciano. El remodelado óseo se lleva a cabo mediante la acción sucesiva (acoplamiento) de osteoclastos y osteoblastos sobre una misma superficie ósea. Cada ciclo de remodelado consta de tres fases: reabsorción, reposo o inversión y formación.
Se denomina recambio óseo (bone turnover) al volumen total de hueso que es renovado por unidad de tiempo mediante el remodelado. El recambio óseo es directamente proporcional al número de ciclos de remodelado en curso o, lo que es lo mismo, al número de BMU activas. La diferencia entre el volumen de hueso formado y el de hueso reabsorbido, por unidad de tiempo, se denomina balance óseo. Si la reabsorción y la formación son idénticas, el balance es igual a cero y el volumen total de hueso (masa ósea) no variará en función del tiempo. Si la formación y la reabsorción no son iguales, la masa ósea se modificará en sentido positivo o negativo. El balance óseo corresponde a la suma aritmética del hueso ganado o perdido en cada ciclo de remodelado. Así pues, una vez instaurado un balance positivo o negativo la velocidad a la que se perderá o ganará masa ósea será directamente proporcional al número de BMU activas. La máxima masa ósea se alcanza a los 30 años de edad y depende de factores genéticos (gen del receptor de la vitamina D) y ambientales (ingesta de calcio, ejercicio físico). De los 30 a los 40 años el balance óseo es igual a cero y la masa ósea permanece estable. A partir de los 40 años se instaura un balance negativo y la masa ósea disminuye de manera progresiva. En el hombre, la pérdida se realiza a una velocidad constante (un 0,5% anual) mientras que en la mujer se acelera durante los años de la menopausia. Esta pérdida "fisiológica" de masa ósea determina que al inicio de la octava década los hombres hayan disminuido su masa ósea en un 20% y las mujeres en un 30%.
El remodelado óseo está sometido a un control sistémico (hormonas) y a un control local (factores locales). Los mecanismos de control de acción sistémica regulan el ritmo de activación de las BMU y la actividad funcional de las células que las integran. Son especialmente importantes la hormona paratiroidea y la vitamina D pero intervienen también las hormonas tiroideas, los esteroides sexuales, los glucocorticoides, la insulina y la hormona del crecimiento. La calcitonina aunque in vitro es capaz de modular la función de las células óseas parece que in vivo carece de importancia fisiológica. Algunas de estas hormonas tienen una acción directa sobre las células óseas; otras actúan de manera indirecta modulando la síntesis o la actividad de factores locales. El control local del remodelado óseo se lleva a cabo a través de una serie de factores de crecimiento (insulina-like, transformantes de la familia ß, fibroblásticos, derivados de las plaquetas ) y citocinas (IL-1, IL-6, IL-11, factor de necrosis tumoral, factores estimuladores de colonias) de acción autocrina o paracrina. Estos factores locales son producidos por las células óseas y las células medulares adyacentes (células hematopoyéticas, linfocitos, macrófagos). Los factores locales intervienen en el control de la actividad funcional de las células de las BMU y son clave para el acoplamiento entre osteoclastos y osteoblastos. Los células de linaje osteoblástico (lining cells) a través de la producción de factores locales (IL-6, IL-11) son capaces de activar a los osteoclastos y de esta manera contribuir al inicio de los ciclos de remodelado. A su vez, ciertos factores liberados por los osteoclastos o por la matriz ósea bajo la acción de estas células son capaces de activar a los osteoblastos. Es probable que este fenómeno constituya el sustrato molecular para el acoplamiento entre la reabsorción y la formación dentro de los ciclos de remodelado. La mayoría de los datos que poseemos sobre la acción de los factores locales proceden de estudios in-vitro por lo que la importancia relativa de cada uno de estos factores in vivo se desconoce.
REPARACIÓN
El tejido óseo es el único capaz de repararse a sí mismo de manera completa a través de reactivar los procesos que tienen lugar durante su embriogénesis. Cuando de manera brusca, un hueso es sometido a fuerzas que superan su resistencia mecánica aparece una linea de fractura. En primer lugar, en esta zona, se produce un hematoma que es reabsorbido por macrófagos. A continuación, aparecen células formadoras de hueso, procedentes de ambos lados de la linea de fractura. Estas células establecen puentes de tejido óseo inmaduro, sin orientación espacial definida (callo de fractura), que unen entre si los extremos del hueso fracturado. En una fase posterior este hueso, a través de un proceso de modelado, es sustituido por otro, de tipo laminar, orientado según las líneas de fuerza que actuan sobre la zona.
La fatiga mecánica puede causar microfracturas trabeculares que no modifican la morfología externa del hueso. Estas fracturas microscópicas se reparan a través de microcallos de fractura que muestran una dinámica similar a la de los grandes callos. (Texto modificado y adaptado de conferencia virtual del Dr. Sergio Serrano).
NUMERO
El adulto posee 206 huesos con exclusión de los huesos supernumerarios y sesamoideos. El número de piezas óseas varía con la edad, por ejemplo, el hueso coxal en el niño está dividido en tres fragmentos ilion, isquion y pubis. El esqueleto consta de un eje dividido en segmentos para permitir su movilidad, y de dos pares de apéndices o miembros que están igualmente divididos en partes articuladas para la locomoción, prensión, etc. El eje se denomina sistema esquelético axial y está formado por cabeza ósea, columna vertebral y tórax, este sistema alberga las visceras u órganos, distribuye y soporta el peso corporal. Los pares de apéndices corresponden a los miembros superiores e inferiores que están "unidos" (mejor utilizar articulados) y conectados al sistema esqueletico axial a través de los cíngulos, este sistema se denomina apendicular.
 
SISTEMA ESQUELETICO APENDICULAR (126)
  • CINGULO ESCAPULAR (4): 2 clavículas, 2 escápulas.
  • MIEMBRO SUPERIOR (30): húmero, radio, ulna, carpo: navicular (escafoides), semilunar, piramidal, pisiforme, trapecio, trapezoide, hueso grande (capitato) y ganchoso (unciforme), 5 metacarpianos y 14 falanges
  • CINGULO PELVICO (2): coxales (ilíaco).
  • MIEMBRO INFERIOR (30): fémur, patela, tibia, fíbula, tarso: calcáneo, talo (astrágalo), navicular (escafoides), cuboides, tres cuneiformes, 5 metatarsianos y 14 ortejos
 
SISTEMA ESQUELETICO AXIL (80)
  • CABEZA OSEA (22): - CRANEO (8): temporal (2), parietal (2), occipital (1), frontal (1), esfenoides (1), etmoides (1). CARA (14): lacrimal (2), nasal (2), maxila (2), vómer (1), mandíbula (1), conchas nasales (2), palatino (2), cigomático (2).
  • COLUMNA VERTEBRAL: cervicales (7), torácicas (12), lumbares (5), sacro (1) y cóccix (1).
  • TORAX: 24 costillas y 1 esternón.
  • HUESO HIOIDES Y HUESOS DEL OIDO (6) (martillo, yunque y estribo).
 

FORMA
HUESOS LARGOS: Predomina la longitud. Consta de dos extremidades o epífisis y un cuerpo o diáfisis. La unión de la diáfisis con las epífisis se denomina metáfisis. En un corte longitudinal se distingue una cubierta externa de sustancia compacta (láminas), más abundante en la diáfisis y una porción interna denominada sustancia esponjosa (trabéculas) muy abundante en las epífisis. En el interior de la diáfisis existe una canal medular que en el adulto contiene grasa (médula ósea amarilla), este canal está revestido por una membrana denominada endostio. Las trabéculas de sustancia esponjosa delimitan aréolas (espacios), comunicada antre sí que albergan la médula ósea roja.
Medula ósea: es un tejido especial que se encuentra llenando las cavidades que se forman dentro de los huesos, tanto las que pueden quedar entre las laminas de tejido óseo esponjoso como las que existen en la parte central de los huesos blandos. La medula ósea puede ser de dos tipos; amarilla y roja. La roja tiene gran cantidad de vasos sanguíneos y la amarilla es rica en grasa. Al final del embarazo todas las cavidades óseas del feto están ocupadas por medula ósea roja, pero progresivamente disminuye siendo sustituida por la amarilla, de tal forma que en el adulto existe medula ósea roja en los huesos del tronco (esternón, costillas, vértebras…) y en las partes proximales de los huesos de las extremidades más próximas al tronco. La médula ósea roja posee además células hematopoyéticas.
HUESOS PLANOS (ANCHOS): Son los huesos de la bóveda craneal, que posee láminas de sustancia compacta (tablas interna y externa) que encierran a una de sustancia esponjosa denominada diploe. Existen otros huesos planos que no poseen diploe que se caracterizan por estar formando una cavidad. Como ejemplo están: escápula, costillas, esternón, coxales, sacro y cóccix.
HUESOS BREVES (CORTOS): Estan formados por sustancia esponjosa rodeada por una lámina de sustancia compacta..Como ejemplo están los huesos del carpo y tarso.
HUESOS IRREGULARES: Son huesos sin una forma regular con sustancia compacta externa y esponjosa interna. Esta se concentran en lugares específicos del hueso. Como ejemplo están las vértebras y huesos de la cara.

SUPERFICIE
Los sitios donde se insertan tendones y ligamentos o partes fibrosas de los músculos, dejan marcas rugosas en la superficie del hueso: si la inserción es carnosa dejan marcas relativamente lisas. Los tendones, vasos o nervios pueden marcar depresiones.
Marcas de inserción: proceso, espina, cresta, tuberosidad (túber), hámulo, línea, epicóndilo.
Marcas de depresión: canal, surco, conducto, foramen, fosa.
Superficies articulares: fóvea, cóndilo, tróclea, cabeza, cavidad glenoidea, faceta, carilla, proceso articular.
Estas superficies las estudiaremos en la descripción de los huesos.
NUTRICIÓN
Las superficies de los huesos presentan numerosos orificios (foramenes nutricios) que se profundizan como conductos vasculares. Existen de primer orden en la diafisis con vasos principales que llegan al conducto medular; segundo orden en las epífisis, en huesos planos y cortos y de tercer orden más pequeños en las superficies no articulares de los huesos. Se pueden contar 50 por mm2

En el hueso largo la arteria penetra por el foramen nutricio, en la médula ósea la cual suple, se divide en ramas ascendentes y descedentes que se anatomosan con pequeñas ramas que provienen de epífisis y metafisis. Estas últimas son cuantitativas las más importantes y provienen de los arcos arteriales periarticulares. Los huesos cortos reciben vascularización de los finisimos vasos que provienen del periostio. Los huesos planos del cráneo son suplidos por numerosos vasos que tienen origen igualmente en periostio. La inervación es más abundante en la proximidad de las superficies articuales de los huesos largos, en las vértebras y huesos planos. Los nervios se distribuyen con profusión en el periostio y acompañan a los vasos nutricios.

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