Anatómicamente es preferible aplicar las inyecciones con el paciente en posición acostado boca abajo, con los grupos musculares relajados. Si se hace con el paciente de pie e inclinado hacia adelante, una aguja insertada en el área aparentemente segura, puede atravesar el músculo piramidal de la pelvis y las ramas del nervio femorocutáneo posterior o la división peronea del nervio ciático.

Una vez identificado el cuadrante a utilizar y habiendo preparado la jeringa con el medicamento, sin aire en su interior, se buscan las referencias anatómicas para precisar el lugar de inyección: Con el dedo índice de la mano contraria a la que utilizaremos para la jeringa, se ubicará la cresta ilíaca de la pelvis, representada por la línea curva en la parte superior del glúteo y con el dedo pulgar, el trocánter mayor, una eminencia ósea ubicada en el extremo superior del fémur.
En el medio de estas dos estructuras óseas se puede insertar la aguja con toda seguridad. Ya precisado el sitio, se desinfectará el área y a continuación se introducirá la aguja, preferiblemente con un movimiento rápido, ya que si lo hacemos lentamente, causaremos más dolor al paciente.
Una vez insertada la aguja, es muy importante hacer succión al émbolo de la jeringa y observar la punta de la misma para ver si sale sangre. Si se observa sangre, habremos pinchado un vaso sanguíneo dentro del músculo y debemos retirar un poco la inyectadora para salirnos de éste y comprobar nuevamente con succión.
Es importante saber que algunos medicamentos pudieran cristalizarse dentro de la aguja, si demoramos mucho en realizar el procedimiento.
Luego de asegurarnos que no estamos inyectando en un vaso sanguíneo, se procederá a empujar el émbolo, para que el contenido pase dentro del músculo y luego a retirar la aguja, cubriendo el sitio con un algodón impregnado de desinfectante con presión local, para hacer hemostasia (detener el sangramiento), sin masajear el sitio.
No deben administrarse medicamentos por inyección intramuscular a personas que usen anticoagulantes o que tengan problemas con la coagulación de la sangre o con el número o con el funcionamiento de las plaquetas, ya que se pueden formar hematomas locales de gran severidad.
Además, se conocen bien los riesgos de la inyección en la región glútea en niños pequeños, debido al riesgo de lesionar el nervio ciático u otras estructuras descritas, por lo que debe evitarse inyectar en esta región en ellos.
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